Y cada día un guionista invisible pone en mi mente las frases que la gente espera que diga y las interpreto con la esperanza de que venga alguien y me diga ''Basta, quítate la máscara quiero conocerte como eres''. Pero ¿y si es demasiado tarde? ¿y si la actriz se ha creído que es Julieta, madame Bovary o cualquier personaje?
Y hoy al amparo de un teclado y una pantalla no hay máscara ni diálogo, sólo palabras y verdad.
Mi vida se define con una suma sinsentidos: la traición y el complot me buscan para honrar un orgullo invisible que inunda mi cuerpo. La locura, esa feliz que aparece en esos momentos donde cambio una máscara por una nariz de payaso. Pero debajo de todo eso hay una pequeña alma que busca ser leída y que le digan te entiendo... Pero todo aquello es demasiado difícil para ver pues la función ya ha comenzado y el diálogo ya está aprendido y aquella actriz espera que alguien entre la multitud le grite al público '' Sólo es una persona, no lloréis por su personaje, llorad por el mundo interno que grita por escapar de la figura que ella misma se ha creado''. Mientras tanto... sólo soy alguien más del reparto que acompaña este gran escenario que es la vida.
