domingo, 3 de noviembre de 2013

Resaca del corazón.

Una de las grandes cosas por las que puedo presumir son de mis resacas. O mejor dicho, por la falta de ellas. Las cuento con los dedos de las manos.

Pero hoy tuve una.

No me afectó al hígado llegó más hondo todavía. Tuve una resaca sentimental y no se la recomiendo a nadie.

Esta denominación viene porque tras unas ''buenas noches verdaderas'' y una espalda más en mi cama volví a la cruel cruel realidad. Mientras bajaba de puntillas de mi cama, te veía mientras te vestías y aún bostezando, te encaminabas al baño. En ese corto trayecto mi cabeza decía ''volverá'' mientras mi corazón me pedía un chupito más de él.

¡Cómo si no estuviera suficientemente borracha!

Una egoísta soy. Pero si pudieran ser sus ojos azules infinitos las ventanas de cada 'buenos días', si pudiera cada noche morirme borracha hasta las pestañas de la lenta respiración en mi nuca, si fueran para siempre mías sus manos calientes, jamás tendría una resaca sentimental. Porque ellas no se curan con ibuprofeno.

''Hola, me llamo Marina y llevo más de un año bebiendo de sus besos, que queman más que el tequila. Y no, no pienso dejarlo.''

-No creo que necesite una típica terapia. Por favor, un poquito más de él por aquí.-

sábado, 5 de octubre de 2013

El viejo conocido.

El amor. Ese 'cabronazo' que te hace nudos en la garganta y en el corazón. Ese segundo en el que no tocas el suelo cuando saltas al mar, donde no sabes si gritar, llamar a Dios o batir las alas esperando que la gravedad no haga su trabajo.
El invento más viejo del mundo, el tema más recurrido en las canciones. El detonante de miles de muertes: amor a una bandera, amor a un Dios, amor, amor, amor...
Amor al arte. Y enamorarte.

Pero la pregunta es... ¿Por qué? ¿Por qué sigue existiendo el amor? Los desengañados te dirán que es un invento del Corte Inglés y sus fanáticos que es el motor del mundo. Pero todos lo han vivido.

Hablo del amor de verdad. De esa sensación de querer regalar tu cuerpo a otra persona sin garantías de que no vaya a destrozarte. De que no juegue a lanzar tu maltrecho corazón. Pero arriesgas. Como si fuera tu última ficha en un casino. Porque el miedo a perder, a perderte o a perderlo es siempre mayor. Porque... ¿qué es un triste y perfecto corazón frente a medio que comparta latidos?

Quizás por eso siga habiendo canciones de amor. Porque nos encanta el miedo a perderlo todo. Nos pone saber que hay una mínima posibilidad de tenerlo todo en nuestra mano; ese ¿y si todo sale bien?

Definitivamente, el mundo es más bonito sobre una tambaleante cuerda floja a cien metros del frío, sólido -y solitario- suelo.

jueves, 18 de julio de 2013

Miradas infinitas, sonrisas tristes y otras locuras de mi anatomía.

En mi pequeña opinión, el título de la entrada augura grandes relatos. Desgraciadamente no. Cuando se me agolpan las palabras y no hay inspiración en el cielo, debes buscarla en cualquier parte. Hoy la caprichosa Doña Inspiración ha aparecido en el baño - algo tétrico, la verdad - de un café viejo y lleno de historia. Hasta en aquel lavabo pequeño y asfixiante había arte y por ello ese cuchitril era un poquito menos ''Cueva de Batman''.
Bien, en dicho lugar no ha pasado nada importante sólo que, mientras me secaba las manos una figura me miraba en el espejo con una sonrisa triste en ristre y el pelo algo alborotado (sólo por el último detalle sabía que era yo). No reconocía a la chica que me miraba con aquellos ojos grandes e interrogantes que imitaba cada movimiento que yo hacía. Definitivamente ella no podía ser lo que podríamos catalogar como ''UNA ELECCIÓN CORRECTA'' . Y en ese preciso instante, me di cuenta que sí que era yo. Y para mi sorpresa, no me asusté, una pequeña/gran parte de mí lo sabía y me decía repetidamente:
Oh Marina, claro que no eres la elección correcta. Mírate. Tienes la mano izquierda peor pintada con un rojo demasiado estridente, un grano mal curado, el vestido arrugado y el pelo no está perfecto. Pero alguien ahí fuera ha visto algo, que tenías escondido bajo llave y le ha encantado. Tras esta absurda conversación contigo misma vas a seguir sin ser un pequeño regalo con lazo, pero deberás seguir luchando contra tus monstruos.
Todo ello ha pasado en un escaso minuto. No me ha quedado otra que cruzar las tres salas del bar con sus cientos de poemas en las paredes mal pintadas con una sonrisa triste - para mí, la segunda mejor sonrisa, ¿la primera?, la suya -. Pero en bajando las empinadas escaleras con paso lento, he visto que seguía ahí de espaldas a mí y ha viajado la sonrisa triste al fondo de un cajón gracias a un pequeño - y egoísta - pensamiento: ''me espera a mí.''
Así que tras cien idas de cabeza, he acabado como siempre: mis monstruos seguirán conmigo, y él hasta que me odie, se canse o se enamore de ''una elección correcta''.

¿Fin?

jueves, 16 de mayo de 2013

Pájaros en la cabeza.

 Quisiera ser el azul de Van Gogh.
 Tan única como el Ángel Caído.
 Fría como la Venus de Milo ante tus ojos.
 Quisiera un beso a lo Klimt.
 Que nadie me entienda.
 Ser curva para Gaudí y más bella y fuerte que el Partenón.
 Unas clavículas dibujadas por Picasso y que se derrita mi tiempo como le pasó a Dalí.
 Y su locura. Y hacerla nuestra. Quiero despertar en Tahití y en Roma.
 Danzar con la Libertad en el Moulin Rouge.
 Quiero volar todo lo que la Victoria de Samotracia no hizo.
 Quiero pasar a la historia.
 Ser tu historia, tu musa de sueños leves.
 Quiero ser arte.

martes, 15 de enero de 2013

Nuevos conceptos. Viejos pecados.

Mi nombre no dice qué soy. Lo hacen mis actos. Lo son mis pecados. Y también los muchos que cometeré. Seguramente me arrepienta de unos cuantos, pero sonreiré ante los que me dejen huella en la piel. Para bien o para mal, ''algo'' me los ha puesto en el camino: para aprender o para continuar pecando.

Porque he decidido que mi concepción del bien y el mal no me la dice un hombre de hace dos mil años con tintes de sabio que murió sin saber que el hombre es puro deseo, vicio y un poco de ambos otra vez. A mi la religión dámela sin mandamientos, cámbiame los domingos por la mañana en misa por una buena resaca y tus brazos enroscados en mi cintura. No quiero pensar que por mí mueres, sino que soy el primer paso de un gran día, ni reces palabras sin sentido, los ''te quiero'' y los ''te odio'' verdaderos. No seré la mejor persona, no voy a poner la otra mejilla ante un derechazo del destino, voy a arañar. Amaré al prójimo que me ame. Santificaré cada fiesta: la de los jueves, los viernes, los sábados y todas las demás. Viajaré devota de peregrino a tus hombros.

Creo en lo que veo; creo en ti. Porque no me cuadra en esta cabeza perversa que estos suspiros que nacen y mueren en tus labios, esa lengua de la que se escapan besos y deseos, esas manos que intentan atrapar la ceniza en la que se convierte mi cuerpo cada vez que tu tacto de fuego roza cada una de mis aristas prendidas en llamas y tu olor que se aloja en mi cabeza mareada puedan albergar pecado alguno. Son mis escalones directos al cielo. El A, B, C de mi religión. Mi nueva religión.

Ya habrá tiempo de arrepentirse. O no.