Superhéroes. Todos queremos uno en nuestra ciudad. En Nueva York tenían a Superman y a Spiderman y en Gottam a Batman, pero aquí por mucho que levanto la vista no veo ninguna señal luminosa en el cielo.
Y luego están esos superhéroes que buscas en los ojos de transeúntes
esperando que debajo de una camiseta lleven un traje de salvador. Y
ansías encontrar a alguien así, alguien que te salve del villano y te
bese aunque sea con su máscara puesta. Pero hay veces en las que el
Jóker no existe. En las que el Jóker está en el reflejo de un espejo. Y
no existe pelirroja que socorrer cuando no quieres ni pedir a gritos una
señal en el cielo pues ni el mejor superhéroe sabe a veces que hay
superheroínas que necesitan ser salvadas ni que el Jóker esconde tras su
sonrisa la más triste mueca de dolor.
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