miércoles, 11 de enero de 2012

3.

De camino a cualquier cafetería el frío helaba cada uno de mis huesos con una rapidez asombrosa, posiblemente nevara y contrariamente a lo que todo el mundo pensaba la nieve en la ciudad era lo peor que podía haber, el hielo en los zapatos y el frío en los pensamientos me ponían de mal humor pero intenté disimularlo lo mejor que pude. Poco a poco fui descubriendo cosas de Sophie, esas cosas banales de las que hablan los desconocidos pero que a su vez dice tantas cosas de ellos. Adoraba la lectura, las grandes producciones de cine, un buen sitio donde pasar horas y horas. Eran cosas sencillas. Ella era tan sencilla y a la vez tan complicada. Hablábamos de cosas tan superficiales que al poco rato descubrí que escondía algo, pero esperaba tener todo el tiempo del mundo para descubrirlo.
-Devan no sé cómo agradecerte, otra vez, que me hayas ayudado a conseguir la entrevista, eres increíble
Sonreí abiertamente. Llevaba hora y media agradeciéndomelo y yo, lamentándome ya si Tim no la contrataba.
+De nada, de nuevo. Recuerda que me debes una cena, ¡que los favores no son gratis! Pero ahora vete que tienes la entrevista en una hora.
Se levantó de un salto y yo la seguí tan rápido como pude. De camino a la puerta de la cafetería ya llevaba el monedero en la mano y las llaves en la otra. Pagó rápidamente y salimos otra vez de vuelta al más crudo invierno.
-Me voy corriendo que no puedo llevar estas pintas a una entrevista- y dió un giro sobre sí misma- te veo allí ¿no? y gra...
+¡PARA! No vuelvas a decir gracias por favor- la corté antes que la retaíla de agradecimientos- recuerda una cena.
-¡Entendido! Te veré allí. Hasta ahora.- cruzó la calle corriendo y su pelo siguiéndola fielmente. Me dejó allí con la despedida en los labios y una sensación de haber vivido esto ya.

Me dirigí de nuevo a Society's ensimismado. Podría haber un holocausto a mi lado y no lo hubiera notado. La presencia de Sophie en esa hora había calado en mí como una lluvia nocturna. Llegué al café y me dispuse a seguir con mis tareas sin fijarme ni siquiera qué hacía, hasta que no aguanté y cogí papel y lápiz. No sabía si de ahí saldría una historia, una carta, un soneto, un lema o una esquela pero en mi mente se agolpaban las palabras inexorables por salir y ser escuchadas. Acabó siendo una canción. Mi primera canción. Y su canción.

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